“La corrupción de los pueblos
nace de la indulgencia de los tribunales y de la impunidad de los delitos. Sin
fuerza, no hay virtud y sin virtud, perece la república”: Simón Bolívar.
La corrupción es un fenómeno
de ámbito mundial que causa pobreza, miseria, desigualdad, violencia, daña a
las personas, obstaculiza el desarrollo y ahuyenta la inversión; basado en lo
anterior, no hay país que pueda lograr ningún objetivo propuesto, si funcionarios
con cargos sensibles al interior de sus instituciones y corporaciones caen en
este vicio en el desarrollo del cumplimiento de sus funciones.
Sin duda alguna, la corrupción
debilita todos los sistemas que tendrían que estar al servicio del bien
público. No es sorprendente, pues, que a medida que se menoscaba el imperio de
la ley y se hace caso omiso de la voz del pueblo -que en definitiva es por el
cual todos nos sumamos en la búsqueda de nuevas y mejores condiciones-
disminuya la confianza depositada de los ciudadanos en los funcionarios
gubernamentales y las instituciones oficiales.
Los efectos de la corrupción
tienen un gran alcance: pueden socavar la estabilidad política, social y
económica, y en última instancia, amenazar la seguridad de la sociedad en su
conjunto. Es por esta razón que no podemos estar pensando en ambiciones individuales
ni grupales de ningún tipo. Quienes busquen gobernarnos, lo deben hacer
alejados de estas prácticas nocivas, perversas y mezquinas. Es aquí donde las
sociedades tienden a contaminarse de este mal que tanto daño hoy nos ha hecho
como país.
Tomado de: https://www.msn.com/es-co/noticias/opinion/la-mata-de-la-corrupci%C3%B3n/ar-BB1hfAGn?ocid=msedgntp&pc=U531&cvid=6996ae2f20a345468381071b589d97a9&ei=109
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