MOISÉS NAÍM
Hay años que definen épocas.
Basta mencionar 1789 (la Revolución Francesa), 1945 (el Fin de la Segunda
Guerra Mundial) o 1989 (la caída del muro de Berlín) para denotar profundas
transformaciones. Así las cosas, cabe preguntarse, ¿cuál será el primer año
icónico de nuestro accidentado siglo 21?
Hasta hace poco, el 2016 era
el candidato más claro: el año de Brexit (el 23 de junio) y la elección de
Donald Trump (8 de noviembre) fue el punto de partida de una nueva ola global
de populismo, polarización y posverdad que amenaza con acabar con la democracia
en muchos países. Pero también ocupa un lugar importante en la lista de fechas
históricas aquel fatídico 13 de marzo de 2020 en que el Centro de Control de
Enfermedades de EE. UU. oficialmente declaró que estamos siendo atacados por
covid. ¿Es esta pandemia la precursora de muchas otras? ¿Es el comienzo de un
planeta permanentemente sacudido por algún tipo de pandemia? Puede ser.
Otra fecha que simboliza los
revolucionarios cambios que se nos vienen es el premio Nobel en química de 2020
otorgado a Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna por haber desarrollado la
tecnología de modificación del genoma llamada CRISPR-Cas9. La manipulación de
nuestros genes utilizando esta nueva técnica promete enormes progresos en la
curación de enfermedades hasta ahora letales, pero también crea graves
amenazas. El CRISPR en malas manos es una amenaza para la humanidad.
Como también lo es el
desarrollo y la diseminación de las nuevas técnicas de inteligencia artificial.
El 30 de noviembre del 2022, la empresa OpenAI develó su ChatGPT, una tecnología
que finalmente gana la Prueba de Turing: un robot que responde el idioma
natural con tal fluidez que sus respuestas son indistinguibles de las de un ser
humano. Esto es lo que el fundador de la computación moderna, Alan Turing,
había definido como “inteligencia artificial” en un lejano ensayo publicado en
1950. A partir de 2022, esa alocada elucubración es una ineluctable realidad.
Porque el ChatGPT no es un software o una plataforma más de esas que
regularmente nos anuncian los magos de las industrias digitales. La
inteligencia artificial va a tener un impacto sobre las industrias del
conocimiento tan transformador como el que tuvo la introducción de máquinas
durante la revolución industrial. O quizás más.
Pero el siglo 21 no solo ha
traído importantes cambios tecnológicos, también nos ha traído guerras que se
parecen a las del siglo pasado o al anterior. El 24 de febrero del 2022,
Vladimir Putin ordeno a sus generales invadir Ucrania. A esta sorpresa le
siguieron otras: en vez de durar pocos días, la guerra de Putin está por
cumplir un año. Europa descubre que puede actuar unificadamente y que esa
recién descubierta capacidad hace que, en vez de limitarse a discursos y
exhortaciones, puede actuar como una potencia militar de primer orden. Los feroces
ataques cibernéticos que se esperaban de Rusia no se han materializado o han
sido neutralizados. La ineptitud de los militares rusos es solo superada por el
salvajismo medieval con el cual actúan.
Los cotidianos ataques contra
la población civil de Ucrania y la infraestructura del país parecen ser la
única respuesta que tiene el Kremlin.
Esto hace que en septiembre del 2022 Putin haya vuelto a introducir una
opción que se pensaba superada: el uso de armas nucleares. “Si la integridad
territorial de nuestro país es amenazada, sin duda, usaremos todos los medios
disponibles para proteger a Rusia y a nuestra gente” dijo el líder ruso. “Esto
es lo que debe decir todo líder que vea la soberanía de su país en peligro.
Aquí el detalle importante es que el líder que dice lo obvio tiene a su
disposición al mayor arsenal nuclear del mundo. “Este no es un bluff” alertó
Putin. Claramente lo que está en juego en Ucrania no solo afecta a ese país, sino
que tiene ramificaciones geopolíticas de todo tipo, muchas de ellas
insospechadas.
Otro de los cambios
importantes en la política mundial ocurrió el 21 de septiembre cuando Xi
Jinping, el líder chino logro romper con la norma que lo hubiese obligado a dejar
el poder al término de su periodo, tal como lo habían hecho sus predecesores
desde Mao. Ese día de septiembre Xi fue reelecto presidente de China y
secretario general del Partido Comunista por tercera vez, despejando todos los
obstáculos para convertirse en el primer dictador vitalicio de China desde la
muerte de Mao.
Finalmente, en lo que va de
este siglo, el cambio climático se ha manifestado ferozmente. La frecuencia,
intensidad, daños materiales y el masivo sufrimiento humano que han ocurrido en
este siglo por el cambio climático están alterando profunda y rápidamente
nuestro planeta. No hay una fecha simbólica de esto: las catástrofes climáticas
se han hecho normales.
Tomado de: https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/moises-naim/columna-de-moises-naim-anos-que-definen-epocas-737631
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