Son incontables las paradojas que siguen surgiendo en este gobierno. En medio de la discusión de una reforma tributaria que propone drásticos cambios en las reglas del juego, principalmente en el sector minero-energético, las alarmas no dejan de encenderse ante algunas propuestas incluidas recientemente en el texto, que no miden el alcance de sus efectos sobre la economía de los colombianos.
El presidente Gustavo Petro, los ministros, los
altos funcionarios del ejecutivo y la bancada del Pacto Histórico, nos han
repetido como un mantra que la reforma fiscal será para financiar programas
sociales, que ayuden a combatir la desigualdad y la pobreza. Pero, acaso
incluir una sobretasa al gas natural, como se ha hecho en el artículo 9 de la ponencia
del proyecto de ley de reforma tributaria: ¿No va en contra del bolsillo de los
más vulnerables?
Es predecible que un nuevo impuesto al gas natural
se le trasladaría automáticamente a los usuarios, afectando al sector
residencial, de transporte, a los pequeños comerciantes y a la industria, por
lo que podría resultar peor el remedio que la enfermedad. Tampoco se está
teniendo en cuenta la actual presión alcista de los servicios de energía y gas,
que están jalonando la inflación en el país, la más alta del presente siglo.
Entendemos que con esta propuesta se buscaba
reemplazar el impuesto a las exportaciones de hidrocarburos, lo que no
comprendemos es por qué se incluye el gas natural, si lo que se produce
actualmente es para el consumo interno. Por otro lado, recurrir a la importación
de gas, como sigue planteando el Ministerio de Minas y Energía, es un plan
disparatado, que aumentaría la carga de los hogares colombianos por el
encarecimiento que supone traer el energético de otro lado y los costos que
sumaría la construcción de una nueva infraestructura para la operación.
Si el sector minero-energético es el que más va a
aportar en la reforma fiscal, con un aproximado de 11 billones de pesos, ¿Por
qué se insiste en desaparecerlo, dejando de suscribir nuevos contratos para la
exploración y producción de petróleo y gas natural?. Desamparar y darle la
espalda a la industria gasífera del país, desaprovechando las oportunidades que
traen consigo los recientes hallazgos, es un total desacierto.
Estamos de acuerdo en que hay que aumentar la
participación de las energías renovables en Colombia, pero también en que es
importante seguir potenciando los recursos de crudo y gas con el propósito de
contar con energía de respaldo e ir ampliando la canasta exportadora. Para
garantizar la recuperación de la economía colombiana, es clave fortalecer la
industria interna y priorizar el desarrollo de los recursos que existen costa
afuera y en tierra. No hay que olvidar que este sector representa cerca de 55%
del total de las exportaciones del país, y 5,5% del PIB nacional.
Además de que no podemos arriesgarnos a perder
nuestra autosuficiencia energética, hay que impedir que se siga castigando a
los colombianos con regímenes tarifarios que lesionan gravemente los intereses
de las familias y de sectores estratégicos, exponiendo el desarrollo económico
y la estabilidad social. La prioridad del actual gobierno no debe ser cumplir
los cambios prometidos en campaña, como han afirmado, sino gobernar para todos
los colombianos de manera responsable y acertada, sin extremismos.
Tomado de: https://www.larepublica.co/analisis/jose-david-name-507206/castigo-al-sector-del-gas-3465186
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