Hay elementos novedosos -y
diferentes- en el nuevo diálogo con esta guerrilla.
La gran pregunta sobre el
inicio de un nuevo diálogo entre el Gobierno y el Eln es si será un capítulo
más de la historia larga de intentos fallidos para terminar la guerra mediante una
negociación. O si, por el contrario, hay elementos diferentes que permiten
cierto optimismo. ¿Logrará el gobierno de Gustavo Petro firmar un acuerdo de
paz? ¿Terminará el conflicto con el último grupo guerrillero?
En otras palabras, ¿Qué puede ser distinto a los diálogos anteriores, que nunca llegaron a la firma de un pacto para terminar la guerra? Un elemento clave, desde luego, es el hecho de que Gustavo Petro sea el presidente de Colombia. El primero de una izquierda real y sin ambigüedades. Al menos en teoría, el actual mandatario tiene en su historia personal y en sus convicciones explícitas elementos que hacen creíble, para la guerrilla, la búsqueda de un acuerdo de paz. Con la llegada de Gustavo Petro se quedó sin piso el argumento de que se necesitaba la lucha armada para derrotar al establecimiento y establecer un mandato cercano al sentir popular. ¿Lo entiende así el Eln?
En todo caso, con Petro en al
palacio de Nariño pierde legitimidad cualquier argumento permisivo a la lucha
armada. Ha quedado claro que la vía electoral, legal y legítima funciona. Es la
gran lección que queda de la victoria de Petro en las elecciones. Ayudado,
desde luego, por la pérdida de atractivo de los partidos políticos, por las
debilidades y divisiones del establecimiento político y por la inconformidad en
la opinión pública desatada por la inclemencia de la pandemia, la inflación
rebrotada y el desempleo que llegó a puntos históricos y que no logra aún
regresar a las cifras de antes del coronavirus. En un escenario así ocurrió lo
esperable: los votantes optaron por una opción de cambio real.
El hecho es que el presidente
Petro ha demostrado que se pueden ganar elecciones desde la izquierda y en
contra de las fuerzas tradicionales, lo cual debilita cualquier argumentación
en favor de la “necesidad de la vía armada” para propiciar cambios de rumbo.
¿Reconoce el Eln, al regresar a la mesa, este argumento? Porque ese grupo
siempre ha preferido el diálogo y, hasta ahora, no ha demostrado que busca en
serio la paz. Y la lección que deja la llegada de Petro a la Presidencia es que
no es necesaria la violencia para abrirles la puerta a grupos alternativos.
El punto es que el nuevo
gobierno presidido por Gustavo Petro fue rápido y ambicioso. La “paz total”, el
rápido inicio de los diálogos y el restablecimiento de las relaciones con la
Venezuela de Nicolás Maduro son piezas que encajan y fortalecen el rumbo de la
política. La aparente bendición de Washington también: el gobierno de Joe Biden
ha enviado señales positivas. Nada que ver con las prevenciones del pasado. Hay
lecciones aprendidas y escepticismo frente a los intentos de ayer de “ganar las
guerras” y de castigar a los señalados por su falta de compromiso en esas
luchas. Han cambiado los tiempos, y el presidente Gustavo Petro parece
entenderlo muy bien.
¿Lo entiende también el Eln,
ahora comandado por Antonio García? El grupo se ha fortalecido después de la
paz firmada por el gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc. Las cifras
indican que sigue siendo un grupo menos numeroso que lo que fueron las Farc,
pero que ha crecido. La presencia en Venezuela lo ha favorecido, lo mismo que
el fin de las Farc en el ejercicio de la guerra.
Los elenos tienen más
militantes y ejercen más presencia, sobre todo en el norte de la frontera con
Venezuela. De ahí que el regreso a la mesa de negociaciones -ahora del gobierno
Petro y el Eln- y la reapertura de relaciones diplomáticas con Venezuela
coinciden en la dirección y se complementan. El país vecino puede desempeñar un
papel constructivo en el proceso que se avecina.
Hay, pues, elementos que
permiten preverle al nuevo gobierno de Gustavo Petro algún éxito en la búsqueda
de la paz. Claro, habrá que ver con qué actitud llegan García y el resto del
Eln a la mesa, y hasta dónde han asimilado las nuevas realidades que se
perciben en el país y en el campo internacional. Y hasta donde las realidades
internas de los elenos hacen viable la negociación. (¿Hay, por ejemplo, unidad
de criterios?) El Eln ha crecido, pero surgen interrogantes sobre otras de sus
realidades. ¿Ha consolidado la unidad? ¿Qué tipo de liderazgo ejerce Antonio
García? ¿Han cambiado de posiciones bajo el nuevo liderazgo, después de
Beltrán? ¿Qué papel pueden cumplir Venezuela y el presidente Maduro? ¿Afectará
el asunto de las drogas el diálogo que se inicia?
Aunque la historia de diálogos fallidos es larga, en fin, hay elementos para concluir que la ronda que se avecina tiene elementos nuevos. La presidencia de Gustavo Petro, una actitud más sofisticada de Estados Unidos y la reapertura de relaciones con el gobierno de Nicolás Maduro constituyen un cuadro novedoso. Que, por cierto, contrasta con el escepticismo que se percibe en el ambiente y que se ha cultivado desde tiempo atrás.
Tomado de: https://www.msn.com/es-co/noticias/nacional/an%C3%A1lisis-de-rodrigo-pardo-habr%C3%A1-futuro-de-paz-con-el-eln/ar-AA12KJkX?ocid=msedgntp&cvid=76c058ec9cbc4be584c0d6638ceb977c
Rodrigo Pardo
Análisis de Rodrigo Pardo: Drogas: ¿un nuevo camino? | EL ESPECTADORhttps://www.elespectador.com/politica/analisis-de-rodrigo-pardo-drogas-un-nuevo-camino//?utm_source=interno&utm_medium=boton&utm_campaign=share_notas&utm_content=boton_twitter_share_notas
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