lunes, 10 de octubre de 2022

Las jornadas maratónicas

NANCY PATRICIA GUTIÉRREZ


La semana pasada el país quedó paralizado de miedo ante la incertidumbre de los efectos del huracán Julia y de los impactos de la aprobación, en jornada maratónica de las comisiones económicas del Congreso, de la ponencia de reforma tributaria que, radicada la noche anterior, no dio tiempo para reaccionar.

El Gobierno argumenta que hubo amplia discusión en foros, reuniones con gremios y sesiones de trabajo; sin embargo, la realidad es que de nada sirvieron las observaciones, los análisis técnicos ni los llamados a considerar los efectos negativos que dejará en la economía, pues la ponencia para primer debate inclusive agravó la situación de algunos sectores, e introdujo veintidós nuevos artículos que cambiaron el proyecto inicial, sin que se haya conocido la motivación para descartar más de mil proposiciones que se radicaron. Muchas se acumularon, acudiendo a la figura de constancias para el segundo debate.

Pareciera que el trámite no encaja en los pronunciamientos de la Corte Constitucional, según la cual el debate parlamentario debe garantizar “el principio democrático” que hace posible “la expresión de todas las diferentes corrientes de pensamiento representadas en las plenarias de las cámaras” y así se propende a que la opción política “sea fruto de una pausada reflexión y de una confrontación abierta de posiciones”.

Hoy se presenta otro desafío para el Congreso. Es el turno de las comisiones primeras conjuntas, que deberán decidir sobre el marco que entrega al gobierno Petro instrumentos para el diálogo y la suscripción de acuerdos con organizaciones armadas al margen de la ley, en el proyecto que “define la política de paz de Estado”, la otra pata de los grandes cambios, que también tiene mensaje de urgencia.

Hay que resaltar que se trata de una norma con vigencia de cuatro años, expedida como Ley 418 de 1997, que se modifica sucesivamente al inicio de cada periodo presidencial; inclusive se dio luego de las reelecciones de 2006 y 2014, a instancia de la visión y propuesta que, sobre la paz, votan las mayorías.

El proyecto pretende ser aprobado en primer debate hoy, en jornada similar a la de la tributaria, aun a pesar de tratarse de un proyecto que transforma el concepto de seguridad, los lineamientos sobre convivencia y acción del Estado en medio de negociaciones con grupos armados ilegales, que pretende ir más allá de la consideración política de estos, para abarcar “estructuras” (que no se precisan, ni definen), suspende la extradición (pese a que no hay claridad en la afectación que tiene en la relación con EE. UU.), autoriza conversaciones y procesos paralelos de diálogos regionales con actores ilegales, la firma de acuerdos parciales y protocolos ‘vinculantes’ para las partes, sin que tampoco indique si modifica competencias y funciones de otras autoridades, pues se habla de una política de Estado que involucra a todas las ramas y niveles del poder público.

La lección que nos dejó la imposición de una visión unilateral de la paz, en la que las víctimas no fueron la prioridad, porque no se ha dado verdad y reparación, y sin penas que apliquen verdadera justicia, no constituyeron garantía para la no repetición de la violencia; y en cambio sí generó una polarización que ha hecho daño a la nación colombiana.

Los trámites acelerados en ese momento por la figura del ‘fast track’, y ahora soportados en el mensaje de urgencia, que acorta los tiempos y no da espacio para un debate sereno, va en contravía de lo dicho por la Corte, en cuanto que “las leyes aprobadas por el Congreso de la República deben reflejar la voluntad de la mayoría de los representantes políticos, una vez sean debatidos y confrontados los diversos puntos de vista, en especial los de las minorías. Los textos de la ley deben ser, pues, producto de la deliberación democrática”.

Tomado de: https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/nancy-patricia-gutierrez/columna-de-nancy-patricia-gutierrez-las-jornadas-maratonicas-708544


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