German Vargas Lleras
No parece adecuado innovar con
la utilización del Sisbén como instrumento de focalización.
La economía colombiana tendrá
una muy fuerte desaceleración en el presente año. El Banco de la República
prevé que caeremos de tasas de crecimiento del 7,5 % en 2022 a menos del 0,5 %
en 2023. El comportamiento de los principales indicadores, no obstante las
apuestas del Minhacienda, no hace más que generar preocupación. Una inflación
del 13,28 % que no da señales de ceder, volatilidad y altas tasas de
devaluación, tasas de interés por las nubes, caída de la inversión, nula
generación de empleo, por citar los más relevantes. El riesgo país se
incrementa, al tiempo que la confianza inversionista se desploma ante la incontinencia
de anuncios de reformas a la brava de todos los sectores económicos y sociales.
Frente a este panorama
desolador, el sector de la vivienda ha venido contribuyendo no solo a
solucionar una de las necesidades sociales más sentidas, sino aportando al
crecimiento de la demanda interna y del empleo. Pero también a este sector
comienza a tocarlo la larga y dañina mano del Gobierno.
Útil recordar que el sector
genera 1,65 millones de empleos directos, es decir, el 7,7 % del empleo
nacional, y si se incluyen los indirectos alcanza un 10 %, y representa el 4,5
% del PIB. En 2022 fue el gran jalonador de la economía, registrando ventas por
45 billones de pesos, de las cuales la mitad en el mercado de vivienda de
interés social y en gran parte, gracias al programa Mi Casa Ya. El 82 % de los
insumos de la construcción se originan en la industria manufacturera local y un
11 % en servicios financieros, inmobiliarios, de telecomunicaciones, etc.
Por todo esto preocupa la
parálisis que empieza a avizorarse en el inmediato futuro. Solo en enero del
presente año, las ventas han caído en un 50 % con respecto a las de enero del
año pasado, y para este ya se estima que habrá una caída del 40 % en nuevos
proyectos. Preocupante esta situación, pues se podrían perder más de 1,1
millones de empleos en la cadena y una demanda de insumos, motor de la
industria, por valor de 16,5 billones.
De no incrementarse los
recursos para subsidios previstos en el plan de desarrollo y la adición
presupuestal, pasaríamos de 82.000 viviendas de interés social proyectadas a
50.000, pero descontando los 23.000 inscritos el año pasado llegaríamos a la
triste realidad de que solo habría 27.000 cupos adicionales. Solo 1 de cada
tres hogares con expectativas podría adquirir su vivienda. 55.000 hogares se
quedarían sin cierre financiero y tendrían que desistir de su compra. Por esto
es urgente destinar al menos 1,7 billones de pesos adicionales para mantener
los subsidios, el ritmo de construcción y las entregas.
Además, no parece adecuado
innovar a estas alturas con la utilización del Sisbén como instrumento de
focalización, pues se desarticula el proceso de asignación del subsidio, afecta
el modelo de preventa y puede generar cuellos de botella insuperables. También
hay que revisar la idea consagrada en el Plan Nacional de Desarrollo de indexar
el precio de la vivienda a UVT cuando el indicador de salarios mínimos refleja
mucho mejor los costos del sector.
Ya hay alarmas que el Gobierno
no debe desatender. 458 empresas de construcción están en proceso de
insolvencia. La disposición a comprar vivienda medida por Fedesarrollo ha caído
en un 51 %, los desistimientos de negocios como proporción de las ventas se
ubicaron en un 22 % (el más alto de la década), los desembolsos de los créditos
hipotecarios se contrajeron en un 28 % en el último año, las tasas de interés
pasaron del 11 al 20 %, reduciendo la capacidad de endeudamiento de los
hogares, y el valor de los insumos de la construcción creció a tasas a
superiores al 40 %. Todas son pésimas noticias para el sector.
Mi Casa Ya es posiblemente el
programa más exitoso en la historia de la política de vivienda en el país. Más
de 250.000 hogares se han visto beneficiados con una solución estructurada en
donde Gobierno, constructores, financiadores y familias operan a la perfección.
Pero resolvieron acabarlo, como también acabaron el subsidio a la tasa. Desde
septiembre no volvieron a desembolsar ni un peso, haciendo imposible que 23.000
viviendas sean escrituradas. Nuevamente hago un llamado a que valoremos lo que
funciona y no marchitemos un sector que ha demostrado ser un importante
dinamizador de la economía nacional y del empleo.
Tomado de: https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/german-vargas-lleras/columna-de-german-vargas-lleras-ahora-quieren-acabar-con-la-vivienda-749433
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