lunes, 13 de marzo de 2023

Aida y Nicolás

 

Juan Lozano

Caiga quien caiga, los dos procesos deben ir hasta el fondo.

Amores contrariados, pujas de poder, aportes clandestinos, cachos, corazones rotos, compra de votos, mujeres bonitas, lujos, clanes familiares a la izquierda, en el centro y a la derecha, contratistas del Estado, corrupción y dinero en efectivo circulando profusamente y sin control rondan por estos dos gigantescos escándalos que estremecen la política colombiana.

Si no fuera por las graves implicaciones que tienen para la vida nacional, estaríamos sentados en la primera fila de dos culebrones de telenovela o de una serie taquillera donde la ambición de poder político y económico y las tempestades de pasiones tocan a poderosos protagonistas de la vida de un país. Pero no. No se pueden banalizar, trivializar, ni normalizar.

La asfixiante corrupción que devora a Colombia en muy buena medida se origina en el tortuoso y pestilente camino para alcanzar el poder que tantos recorren con tal de conseguir los votos que compran, o los que luego pagan con pedazos del Estado, con decisiones de gobierno, con leyes acomodadas, con beneficios para los aportantes, con cuotas de poder o con contratos envenenados en desmedro, todo ello, del pobre ciudadano de a pie.

Así es. Los paganinis de todo esto somos los ciudadanos. Si fueran unas simples historias de cama, de traiciones y negocios privados lejos del código penal, nadie tendría por qué meterse en la vida de alcoba de los protagonistas. Aquí la cosa es distinta. En el centro de todo está el poder del Estado y por ende el bien común que tantas veces cede ante los compromisos de las campañas para llegar al poder. Esos votos malditos los giran contra nuestro bienestar.

Por eso, los dos procesos, con las garantías aplicables, deben avanzar hasta el fondo, sin titubeos, sin vacilaciones, caiga quien caiga, condenando a quienes haya que condenar, absolviendo a quienes tengan que absolver, protegiendo las vidas de todos los implicados, brindando todas las garantías procesales y buscando la verdad verdadera duélale a quien le duela.

Ni la deportación de Aida (que más pareció el desembarco de una ‘rock star’) puede llevar a que se pierda el foco en el proceso de Nicolás, ni las prometidas revelaciones pendientes de Day pueden bajarle la temperatura al caso de Aida.

Los procesos no pueden ser excluyentes ni convertirse en recíprocas cortinas de humo. La verdadera justicia integral no puede ser selectiva y los dos procesos, tanto en lo penal como en lo disciplinario, se deben mover con celeridad, transparencia y eficiencia.

Ojalá Aida no se escape por segunda vez y Nicolás permanezca en Colombia colaborando con la justicia, tal como se desprende del comunicado inicial del Presidente de la República cuando supo destapar sus propias cartas así algunos digan que fue tarde, casi un mes después de haberse enterado de los hechos.

Al Fiscal, en quien confío, le quedan unos cuantos meses en el cargo, y tiene una oportunidad de oro para seguir demostrando de qué está hecho. De su eficacia, firmeza, equilibrio e imparcialidad dependerá en buena medida que la justicia recupere credibilidad y podamos dar un salto cualitativo en la lucha contra la corrupción política.

Lo que nos tiene agobiados, en el fondo, es que entre más se levantan los blablablás electoreros jurando acabar con la corrupción y llenándose de adjetivos para acusar de corruptos a los adversarios de ocasión, más arraigadas parecen las prácticas para alterar el voto limpio y las elecciones libres.

Señores congresistas, señores del Gobierno, ya no deberían levantarse más excusas para no prohibir el manejo de dinero en efectivo en las donaciones y pagos de todas las campañas.

Colombia necesita superar para siempre la compra de votos y enfrentar a quienes se benefician de esa práctica ilegal. Este no es un tema menor. Ha quedado más que demostrado que es estructural. Una reforma política como la que está en trámite que se abstenga de hacer eso sería simplemente un engaño más.

Tomado de: https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/juan-lozano/columna-de-juan-lozano-aida-y-nicolas-749591


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