NANCY PATRICIA GUTIÉRREZ
Las economías ilegales sin
voluntad de paz aprovechan equivocaciones políticas para fortalecerse.
Durante años la izquierda ha
enfrentado al Estado con la bandera de los derechos humanos centrada en la
exigencia de la protesta social sin control, hasta el punto de señalar a la
Policía de atentar contra la integridad de manifestantes, usando para
exculparlos la generalización de tratarse de jóvenes sin oportunidades,
desconociendo la violencia e infiltración de ilegales.
Enarbolada en la campaña presidencial, llevó a modificar la política de
seguridad hasta el extremo de paralizar a las Fuerzas Militares, aun en caso de
requerirse su apoyo para la protección de población civil y desmembrando el
esfuerzo de tareas conjuntas que se daban con la Policía Nacional, para
justificar su salida del Ministerio de Defensa.
Dos muertes, el secuestro de
más de 80 personas y la destrucción del campo petrolero en Caquetá; la
suspensión de operaciones de otra empresa en Arauca; el paro armado en el
nordeste y el bajo Cauca antioqueño, entre otras alteraciones de orden público
–detrás de las cuales están disidencias de las Farc, Eln, ‘clan del Golfo’–,
dejan al descubierto el fracaso temprano del proceso de paz total.
El discurso de la defensa de
los DD. HH., concentrado en el derecho a la protesta, expuso al Estado
colombiano a revisiones de Naciones Unidas y del Sistema Interamericano. Ahora
la falta de control de la violencia lo deja a merced de denuncias por omisión
en el cumplimiento de sus deberes.
De años atrás existió un
convenio entre los ministerios de Minas y del Interior, que adoptó una ruta de
articulación estatal para actuar en caso de conflictividad social entre
comunidades y empresas que operan en territorios en donde habitan comunidades a
las cuales no les llegan de manera suficiente las inversiones gubernamentales.
De manera preventiva se
lograron acuerdos que permitían la convivencia pacífica en los territorios.
Ante hechos tempranos de violencia, al Gobierno no le tembló la mano para que
con el uso controlado de la Fuerza Pública se evitara llegar a los extremos que
hemos visto en estos días.
Empresas que con concesiones y
permisos sociales y ambientales adelantan actividades han tenido que parar,
asumiendo enormes pérdidas con impacto sobre el empleo, parálisis en las
economías regionales, disminución en regalías y desaparición de inversiones por
programas de compensación y de responsabilidad social, así como el aumento de
riesgo del país a la hora de ser calificado para decisiones de inversión.
Cabe advertir que el Estado
colombiano ha adoptado lineamientos de Naciones Unidas sobre el respeto que las
empresas deben tener por los DD. HH., no solo de sus trabajadores sino de su
entorno.
En San Vicente del Caguán
brilló por su ausencia la prevención. Al parecer, llegaron funcionarios sin
conocimiento ni claridad sobre el papel que les correspondía, quienes además
repelen a la Fuerza Pública porque le tienen desprecio por convicciones
ideológicas.
La decisión de combatir la
explotación ilegal de oro en Antioquia, en aras de preservar el medioambiente,
se vio saboteada por el paro armado, el desafío a las autoridades y la
violación de derechos, pues de por medio hay mafias que no tienen voluntad de
legalizarse, no se trata de comunidades libres que ejercen minería artesanal.
Es el interés de las economías
ilegales, que no tienen voluntad de paz. Que aprovechan las equivocaciones
políticas para fortalecerse y a quienes las necesidades y derechos de las
comunidades no les importan.
El Gobierno, obligado a
autorizar el uso de la fuerza, sale rápidamente a justificar a los violentos,
para no desdibujar el discurso de negociaciones con ilegales, usando las
carencias de los jóvenes y la falta de eficacia del Estado en la generación de
oportunidades.
A quienes piden propuesta a la
oposición, aquí está. Recuperar la seguridad sobre la base del cumplimiento de
las instituciones, en aras de la protección de las libertades y del bienestar
de la gente.
Tomado de: https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/nancy-patricia-gutierrez/columna-de-nancy-patricia-gutierrez-fracaso-del-proceso-de-paz-total-749592
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