domingo, 3 de marzo de 2024

“Expansión de grupos armados: un riesgo para el Estado”: representante de la ONU

 


"Saludamos los esfuerzos del Gobierno de dialogar con actores armados no estatales, pero los ceses al fuego tienen que traer mejorías en el diario vivir de las comunidades", advierte Juliette de Rivero. Foto: Mauricio Alvarado / El... - Mauricio Alvarado

Entrevista a Juliette de Rivero, representante en Colombia del Alto Comisionado de la ONU para Derechos Humanos, sobre el informe 2023 —primero que corresponde al gobierno Petro— que describe la situación de grave violencia. Reconoce algunos avances y califica como “acertadas” las actuales políticas, pero advierte sobre el crecimiento y poder de las bandas criminales en los territorios y lo que eso implica en cuanto a pérdida de control del país por parte de las fuerzas del Estado.

Su Oficina presentó, esta semana, el primer informe, que corresponde al gobierno Petro, sobre la situación de derechos humanos en Colombia en 2023. En el balance general, ¿los hallazgos son mejores, iguales o peores que en otros gobiernos?

Colombia ha tenido problemas estructurales en derechos humanos que, progresivamente, se han ido deteriorando con el paso de los diferentes gobiernos debido a que el Estado no ha logrado llegar a las comunidades y a los territorios con garantías de respeto por los derechos y prevención de abusos y violaciones. En el actual informe reconocemos avances importantes de la administración, por ejemplo, en que el campesinado sea reconocido como sujeto pleno de derechos, o en las políticas sobre seguridad humana y drogas que tienen enfoque de derechos humanos. Este año 2024 debería ser el periodo en que tales políticas transformen la situación de las comunidades. Pero nos preocupa la expansión de los grupos armados no estatales y el control que ejercen en detrimento de los derechos de la población, en particular de los pueblos indígenas y afros. Alertamos sobre esta situación, porque si no es atendida debidamente, se presentarán riesgos para la gobernabilidad estatal en el mediano y largo plazo.

Precisamente, usted ha reiterado su preocupación por los “riesgos para la gobernabilidad”. Colombia siempre ha sido débil en su control territorial y por eso los grupos armados ilegales han podido fortalecer su poder local ¿Cree que el Estado se está debilitando más en este periodo presidencial?

Ese ha sido un problema histórico de Colombia. Ahora el país cuenta con un gobierno que puede construir un Estado diferente, sobre todo en aquellas regiones que han sido tradicionalmente abandonadas por administraciones pasadas. Pero para lograrlo debe llegar a los territorios y aplicar allí, con coordinación estatal, las políticas que ha anunciado.

Le preguntaré de otra manera: ¿el Estado ha perdido control territorial por la llamada “política de paz total” del presidente Petro?

Reitero que la pérdida de control territorial por parte del Estado ha sido una tendencia constante desde hace algunos años: los grupos han aprovechado los vacíos institucionales de los diferentes gobiernos para copar los territorios y controlar las poblaciones. Por ejemplo, el Acuerdo de Paz de 2016 tenía prevista la presencia del Estado en las zonas de conflicto, pero no se implementó a plenitud. Esos son los vacíos que los grupos ilegales aprovechan.

Su Oficina presentó, esta semana, el primer informe, que corresponde al gobierno Petro, sobre la situación de derechos humanos en Colombia en 2023. En el balance general, ¿los hallazgos son mejores, iguales o peores que en otros gobiernos?

Colombia ha tenido problemas estructurales en derechos humanos que, progresivamente, se han ido deteriorando con el paso de los diferentes gobiernos debido a que el Estado no ha logrado llegar a las comunidades y a los territorios con garantías de respeto por los derechos y prevención de abusos y violaciones. En el actual informe reconocemos avances importantes de la administración, por ejemplo, en que el campesinado sea reconocido como sujeto pleno de derechos, o en las políticas sobre seguridad humana y drogas que tienen enfoque de derechos humanos. Este año 2024 debería ser el periodo en que tales políticas transformen la situación de las comunidades. Pero nos preocupa la expansión de los grupos armados no estatales y el control que ejercen en detrimento de los derechos de la población, en particular de los pueblos indígenas y afros. Alertamos sobre esta situación, porque si no es atendida debidamente, se presentarán riesgos para la gobernabilidad estatal en el mediano y largo plazo.

Precisamente, usted ha reiterado su preocupación por los “riesgos para la gobernabilidad”. Colombia siempre ha sido débil en su control territorial y por eso los grupos armados ilegales han podido fortalecer su poder local ¿Cree que el Estado se está debilitando más en este periodo presidencial?

Ese ha sido un problema histórico de Colombia. Ahora el país cuenta con un gobierno que puede construir un Estado diferente, sobre todo en aquellas regiones que han sido tradicionalmente abandonadas por administraciones pasadas. Pero para lograrlo debe llegar a los territorios y aplicar allí, con coordinación estatal, las políticas que ha anunciado.

Le preguntaré de otra manera: ¿el Estado ha perdido control territorial por la llamada “política de paz total” del presidente Petro?

Reitero que la pérdida de control territorial por parte del Estado ha sido una tendencia constante desde hace algunos años: los grupos han aprovechado los vacíos institucionales de los diferentes gobiernos para copar los territorios y controlar las poblaciones. Por ejemplo, el Acuerdo de Paz de 2016 tenía prevista la presencia del Estado en las zonas de conflicto, pero no se implementó a plenitud. Esos son los vacíos que los grupos ilegales aprovechan.

Visto desde la otra orilla, ¿el desarrollo de la “paz total” ha incidido en la reducción de las violaciones de los derechos humanos en los territorios o, como dice la oposición partidaria de las soluciones de confrontación, las bandas armadas aprovechan las negociaciones para fortalecerse?

Saludamos los esfuerzos del Gobierno de buscar dialogar con actores armados no estatales, pero también creemos, como lo ha dicho el presidente, que los ceses al fuego tienen que traer mejorías en el diario vivir de las comunidades y las poblaciones. No obstante, lo que se nota es que, a pesar de los esfuerzos gubernamentales, esos grupos continúan desarrollando una violencia desmedida en los territorios con extorsiones, restricción de la movilidad, amenazas y homicidios de defensores, entre otros actos. Preocupa también el reclutamiento infantil, sobre el cual sabemos que hay un subregistro. Hasta el momento, hemos podido verificar a 134 niños reclutados. Los grupos armados tienen la obligación de mostrar más compromiso con las poblaciones y el deber de liberar a los niños y niñas menores de 18 años

Su Oficina presentó, esta semana, el primer informe, que corresponde al gobierno Petro, sobre la situación de derechos humanos en Colombia en 2023. En el balance general, ¿los hallazgos son mejores, iguales o peores que en otros gobiernos?

Colombia ha tenido problemas estructurales en derechos humanos que, progresivamente, se han ido deteriorando con el paso de los diferentes gobiernos debido a que el Estado no ha logrado llegar a las comunidades y a los territorios con garantías de respeto por los derechos y prevención de abusos y violaciones. En el actual informe reconocemos avances importantes de la administración, por ejemplo, en que el campesinado sea reconocido como sujeto pleno de derechos, o en las políticas sobre seguridad humana y drogas que tienen enfoque de derechos humanos. Este año 2024 debería ser el periodo en que tales políticas transformen la situación de las comunidades. Pero nos preocupa la expansión de los grupos armados no estatales y el control que ejercen en detrimento de los derechos de la población, en particular de los pueblos indígenas y afros. Alertamos sobre esta situación, porque si no es atendida debidamente, se presentarán riesgos para la gobernabilidad estatal en el mediano y largo plazo.

Precisamente, usted ha reiterado su preocupación por los “riesgos para la gobernabilidad”. Colombia siempre ha sido débil en su control territorial y por eso los grupos armados ilegales han podido fortalecer su poder local ¿Cree que el Estado se está debilitando más en este periodo presidencial?

Ese ha sido un problema histórico de Colombia. Ahora el país cuenta con un gobierno que puede construir un Estado diferente, sobre todo en aquellas regiones que han sido tradicionalmente abandonadas por administraciones pasadas. Pero para lograrlo debe llegar a los territorios y aplicar allí, con coordinación estatal, las políticas que ha anunciado.

Le preguntaré de otra manera: ¿el Estado ha perdido control territorial por la llamada “política de paz total” del presidente Petro?

Reitero que la pérdida de control territorial por parte del Estado ha sido una tendencia constante desde hace algunos años: los grupos han aprovechado los vacíos institucionales de los diferentes gobiernos para copar los territorios y controlar las poblaciones. Por ejemplo, el Acuerdo de Paz de 2016 tenía prevista la presencia del Estado en las zonas de conflicto, pero no se implementó a plenitud. Esos son los vacíos que los grupos ilegales aprovechan.

Visto desde la otra orilla, ¿el desarrollo de la “paz total” ha incidido en la reducción de las violaciones de los derechos humanos en los territorios o, como dice la oposición partidaria de las soluciones de confrontación, las bandas armadas aprovechan las negociaciones para fortalecerse?

Saludamos los esfuerzos del Gobierno de buscar dialogar con actores armados no estatales, pero también creemos, como lo ha dicho el presidente, que los ceses al fuego tienen que traer mejorías en el diario vivir de las comunidades y las poblaciones. No obstante, lo que se nota es que, a pesar de los esfuerzos gubernamentales, esos grupos continúan desarrollando una violencia desmedida en los territorios con extorsiones, restricción de la movilidad, amenazas y homicidios de defensores, entre otros actos. Preocupa también el reclutamiento infantil, sobre el cual sabemos que hay un subregistro. Hasta el momento, hemos podido verificar a 134 niños reclutados. Los grupos armados tienen la obligación de mostrar más compromiso con las poblaciones y el deber de liberar a los niños menores de 18 años.

Según su informe, ¿cuáles indicadores y tipos de violencia se redujeron en 2023?

En las estadísticas a nivel nacional hay una ligera disminución en cifras de homicidio de defensores; pero en determinados lugares del país el número de ese tipo de crímenes aumentó. Por ejemplo, 25 defensores fueron asesinados en el Cauca, lo que representa un incremento de más del 30 %, en ese departamento, con respecto al año anterior. Según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), hubo disminución en la cifra total de confinamientos, pero ocurre como en el caso anterior: el confinamiento aumentó en unas zonas del Cauca. Con relación a los asesinatos de los antiguos integrantes de las FARC también hubo disminución; sin embargo, el número de casos sigue siendo alto y, desde luego, condenable. Insisto en que al mismo tiempo es visible la expansión territorial y el despliegue de estrategias violentas de control social por parte de los grupos armados no estatales contra las comunidades, lo que las pone en grave riesgo. En resumen, se presentan algunas pocas disminuciones en materia de vulneración de derechos, pero la situación en muchos territorios empeora y es muy preocupante.

¿Cuáles indicadores de violación de derechos humanos y cuáles regiones empeoraron en 2023?

Aumentaron las masacres: mientras en el año 2022 verificamos 92, en 2023 verificamos 98 masacres con 320 víctimas (de las cuales 242 eran hombres, 46 mujeres, 25 niños y siete niñas). En el 93 % de las masacres verificadas, la autoría sería de grupos armados no estatales y de organizaciones criminales. Por departamentos, los más afectados fueron Antioquia, Atlántico, Cauca, Magdalena, Nariño y Valle del Cauca.

Ustedes utilizan un índice de impacto de la violencia ¿En qué se basan?

En cinco variables: homicidios de personas defensoras, masacres, asesinatos de excombatientes, tasas de confinamiento y desplazamiento por 100.000 habitantes. En 2021, 156 municipios fueron clasificados como los más afectados por la violencia; en 2022, 180, y en 2023, 206. Esto denota la expansión de la violencia territorial, fenómeno al que si se le suma que esos 206 municipios pertenecen a 28 departamentos de los 32 que tiene el país, dimensiona la delicada situación de debilitamiento del control estatal. Los cuatro municipios que hemos denominado críticos, según ese índice, son Tame (Arauca), Balboa (Cauca), Cali (Valle del Cauca) y Tumaco (Nariño).

En sus palabras, la situación de vulneración de derechos en Colombia “es intolerable”. ¿Puede uno suponer, válidamente, que la fuerza del Estado es mucho más eficiente que las mesas de diálogo con los grupos ilegales?

No. Las políticas que está desarrollando este Gobierno son acertadas porque atienden las causas estructurales del conflicto, buscan desmantelar las estructuras del crimen organizado y ponen la protección de la vida en el eje de las acciones del Estado. Lo que falta es articulación entre los diferentes programas y oficinas oficiales con el objeto de que lleguen de manera coordinada a los territorios. De esa manera, las autoridades locales sentirán el respaldo nacional cuando enfrenten la acción de los grupos ilegales que atacan a sus comunidades y poblaciones.

Entonces, ¿cree que tuvo razón el presidente cuando dijo, después de intentar el desmantelamiento del denominado clan del Golfo, que “la orden es clara: [hay que] destruirlo”?

Una cosa es el diálogo con los grupos armados y otra cosa es el fortalecimiento del Estado de derecho en los territorios. Este puede y debe desarrollarse de todos modos. En el Acuerdo de Paz de 2016 se previó la implementación de una política de desmantelamiento de todas las organizaciones generadoras de violencia que causan tanto daño a los movimientos sociales, a los líderes sociales y a la población. Pero esa política no ha sido debidamente ejecutada.

Tomado de: https://www.elespectador.com/politica/expansion-de-grupos-armados-un-riesgo-para-el-estado-representante-de-la-onu/

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