La industria de la resurrección digital crece al compás de los avances de la inteligencia artificial
Podría
ser perfectamente una trama de Black Mirror. Y de hecho lo fue. Once años
atrás, en la segunda temporada de la serie futurista, la protagonista de uno de
los episodios, afligida por la muerte de su esposo, se conecta a través de una
aplicación con el clon digital de su pareja. Interactúa con él para aliviar el
dolor de la pérdida y su repentina soledad.
En
2017, una empresa llamada Etermine propuso crear avatares de personas
fallecidas a partir de sus huellas digitales, de toda aquella información que
se pudiera recabar. El proyecto recibió el mote despectivo de “Skype para los
muertos”. No funcionó porque la tecnología -los algoritmos de inteligencia
artificial y aprendizaje automático- aún no estaban maduros, pero sentó un
precedente en las herramientas que desembarcarían unos años después ya sí con
mayor éxito.
La
llamada “resurrección digital” se basa en datos históricos como chats, fotos,
audios y vídeos. Se sirve de la IA para reproducir el tono de voz, la imagen e
incluso el comportamiento de las personas muertas, con resultados que
sorprenden y estremecen en partes iguales. La vida digital después de la muerte
ya toma rasgos de industria y avanza al compás del desarrollo meteórico de la
tecnología generativa. La intención, casi siempre, es sostener un vínculo
-aunque sea digital- post mortem.
“La
gente quiere tener la oportunidad de volver a hablar con su ser querido: ya
preservan sus recuerdos de muchas maneras diferentes y parecen abiertos a los
avances tecnológicos en este aspecto de su vida. Si lo piensas bien, los
álbumes de fotos dieron paso a los videos y a recordatorios más sofisticados.
Esto continúa esa trayectoria”, señaló Owen Phillips, portavoz de StoryFile, en
diálogo con Infobae.
StoryFile de Laswon Sakai, héroe de guerra japonés-estadounidense que luchó por los EE. UU. en Italia durante la Segunda Guerra Mundial. Se encuentra en el Museo Nacional de la Segunda Guerra Mundial en Nueva Orleans y en el Museo Nacional Japonés-Estadounidense en Los Ángeles
StoryFile es una de las
empresas líderes del incipiente mercado de la resurrección digital. Se creó
cuando sus cofundadores Stephen Smith y Heather Miao-Smith trabajaban en un
proyecto entrevistando a sobrevivientes del Holocausto. Querían encontrar una manera
de replicar la experiencia única de tener conversaciones reales con
protagonistas de historias trascendentales, en lugar de simplemente mirar un
documental en video. Entonces inventaron el video conversacional impulsado por
inteligencia artificial.
En el caso de este startup con
sede en California, las respuestas se registran mientras la persona vive, por
lo que no interviene IA generativa y eso -aseguran- impide la posibilidad de
desviaciones. Se sirve de la tecnología para escoger las mejores interacciones
entre el catálogo de respuestas ya grabadas. Otra compañía, HereAfter AI,
ofrece un servicio similar: avatares que los usuarios crean respondiendo
cuestionarios y cargando información.
Pero hay muchas otras
herramientas que surgieron en el último lustro que sí exprimen el potencial de
la inteligencia artificial generativa. Replika y Project December, por caso,
crean chatbots que replican las personalidades de personas ya fallecidas para
que los clientes interactúen con ellos.
“Hemos escuchado de muchas
personas que el simple hecho de saber que tienen el registro de su ser querido
para verlo en el futuro, cuando se termine su vida, es un gran consuelo. Esa
sensación de que las historias de la persona se están perdiendo: esa última
pregunta que deseabas haber hecho o querías hacer por centésima vez y nunca más
volverás a escuchar la respuesta. Es una de las muchas partes dolorosas del
duelo”, advirtió Phillips.
Stephen Smith hablando con el avatar interactivo de su madre, Marina Smith, en su propio funeral en Londres, 2022
Si
bien nunca se propusieron ser una “tecnología de duelo”, lo cierto es que desde
que su fundador Stephen Smith usó un avatar interactivo de su madre durante el
funeral de ella, el servicio nunca pudo dejar de estar ligado al duelo, al
momento de dolor inmediatamente posterior a una muerte. El interés por aplacar
esa pena se multiplicó.
Ya
en los últimos, la IA dejó de ser ajena al gran público, su uso se masificó por
la simplicidad de sus herramientas y, en ese contexto, lo que parecía una
locura futurista propia de una serie distópica se convirtió en una realidad
tangible.
De
la mano de esa irrupción, surgen inquietudes, objeciones que marcarán el futuro
del negocio: Desde el vamos, ¿debería permitirse resucitar digitalmente a una
persona sin su consentimiento? ¿Qué planteos éticos y jurídicos trae aparejada
esa decisión? Y sobre el impacto en el cliente que contrata el servicio: ¿es
seguro que los clones digitales ayudarán a aliviar la tristeza de una muerte y
no prolongarán el duelo, con efectos psicológicos adversos? ¿Se trata,
entonces, de una nueva forma de inmortalidad?
Humanos
inmortales en el plano digital
Hasta
el momento, la compra de servicios comerciales de resurrección digital
representan excepciones. Clientes que perdieron un ser querido y utilizan una
de estas herramientas para que el duelo se les vuelva más tolerable. En
general, todos ellos expresan el deseo de “volver a ver” a sus familiares o
amigos, aunque sea a través de una pantalla.
China
lidera esta industria incipiente. La empresa de inteligencia artificial Super
Brain, ubicada en Nanjing, ya completó más de mil pedidos de resurrección. En
los próximos años se espera que la tendencia consiga mayor penetración también
en Occidente. A tal punto que la consultora iMedia Research estimó que ya en
2025 el mercado de los humanos digitales superará los 6 mil millones de dólares
y el tamaño del mercado circundante impulsado por tal crecimiento podría
multiplicar por 13 esa cifra.
El
impacto psicológico en quien adquiere uno de los servicios aún está en
análisis. Una interacción excesiva con el clon digital se cree, puede prolongar
el duelo y provocar inestabilidad. Katarzyna Nowaczyk-Basinska, investigadora
en el Centro para el Futuro de la Inteligencia de la Universidad de Cambridge,
es coautora de un estudio reciente sobre el tema. Ella analizó las posibles
consecuencias negativas de la adopción de soluciones de IA generativa en la
industria de la vida digital después de la muerte (DAI, por sus siglas en
inglés).
“El
mercado de la llamada vida digital después de la muerte se ha acelerado
significativamente en los últimos años. El desarrollo de la IA generativa fue
un gran impulso para toda la industria. Por un lado, surgieron muchas nuevas
empresas comerciales, conocidas como servicios de recreación, con el objetivo
de monetizar nuestra experiencia post mortem mediante la creación de varios
tipos de simulaciones basadas en texto, imágenes o voces de los fallecidos. Y,
por otro lado, democratizó el acceso a esta tecnología”, indicó
Nowaczyk-Basinska ante la consulta de Infobae.
Un cliente chino llamado Zhu Rui adquirió el servicio post mortem y conversa con el clon digital de su madre
El
boom de la IA generativa hizo que los proyectos de inmortalidad sean más
accesibles en precio y elaboración. Hoy, tan solo con conocimientos básicos y
un presupuesto ínfimo, las personas pueden resucitar digitalmente a sus seres
queridos cargando sus huellas digitales a través de plataformas que simplifican
el proceso. El lema es: “Hágalo usted mismo”.
En
su artículo, la investigadora hace un repaso por las herramientas disponibles
que se comercializan en el mercado. Hay una variedad de términos para catalogar
el producto: “deadbots”, “thanabots”, “avatares post mortem”, “griefbots”,
“ghostbots” y “clones mentales”. Por lo que se observa, hasta ahora se usan de
forma intercambiable, sin una clara diferenciación o especificación.
一¿Cómo explicaría el impulso humano de mantener una
relación digital con una persona muerta?
一La idea
de cuidar a los muertos es una de las características más definitorias de toda
vida humana y de cualquier forma de organización social y cultural. Obviamente,
este “cuidado” significa cosas diferentes en diferentes contextos, y para
algunas culturas, la idea de estar en una relación con los antepasados es más
natural que para otras.
一¿Hay una búsqueda de inmortalidad que puede ser peligrosa?
一Definitivamente
la tendencia actual en la resurrección digital es la respuesta a la antigua
pregunta de la inmortalidad y de cómo podemos seguir viviendo a pesar de
nuestra desaparición biológica. La primera y principal función de la idea de la
inmortalidad siempre fue neutralizar el miedo a la muerte. Básicamente, la
misma motivación está detrás del uso de la IA en esta industria. Sin embargo,
también deberíamos ser muy cautelosos y un poco más desconfiados porque estamos
en un momento sin precedentes en la historia de la inmortalidad, en la que
nuestra presencia post mortem y el cuidado de los muertos están totalmente
arraigados en la lógica del mercado comercial, para el cual el valor principal
es el beneficio económico.
Dar
el consentimiento
El consentimiento es uno de los grandes debates que plantea la nueva industria de la resurrección digital
Masaki
Iwasaki se doctoró en la Universidad de Harvard y hoy es profesor en la
Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Seúl. El año pasado llevó
adelante un estudio sobre un tema crucial vinculado al nuevo negocio de la
resurrección digital: el consentimiento. ¿Está bien crear un avatar -un chatbot
o la variante tecnológica del caso- de una persona que no dio el visto bueno
mientras estaba en vida?
El
profesor planteó un caso hipotético a adultos estadounidenses. Una mujer de
unos 20 años muere en un accidente de tránsito. Sus amigos pretenden
resucitarla en versión digital y una empresa se ofrece a brindar el servicio.
De inmediato les preguntó a los participantes: ¿están de acuerdo con la
práctica post mortem? ¿En qué escenarios lo aceptarían y en qué escenarios no?
“Quise
identificar si existe una diferencia en el grado en que las personas aceptan
socialmente la resurrección digital en función de si el fallecido expresó
explícitamente su acuerdo o desacuerdo durante su vida”, explicó Iwasaki en
diálogo con Infobae.
Los
resultados mostraron que, cuando hay acuerdo por parte de la persona fallecida,
el 58% de los encuestados considera que la resurrección digital es socialmente
aceptable, mientras que solo el 3% la considera de la misma manera si la
víctima se expresó en contra del uso de su personalidad post mortem. Cuando se
desconocen los deseos de la joven, tan solo el 11% de los participantes adhiere
a la práctica.
“Estos
resultados sugieren que debemos respetar las decisiones del fallecido con
respecto a la resurrección digital”, remarcó el autor del estudio, quien
también indagó en la propia resurrección digital. Les preguntó a los
participantes si avalarían el uso de su imagen, de su voz, de su gestualidad
para que sus familiares y amigos puedan interactuar con ellos en el plano
virtual. El 59% se opuso a que le generen un clon digital en el futuro.
“La
revolución de la IA generativa permitió la creación de clones digitales más
sofisticados que pueden imitar con mayor precisión las personalidades y los
comportamientos de las personas fallecidas. Esto llevó a un aumento exponencial
en la demanda del mercado, al mismo tiempo que plantea cuestiones éticas con
respecto a la creación y el uso de los avatares”, señaló Iwasaki.
一¿Qué potenciales problemas podría haber con un clon
digital?
一Un clon
digital podría hacer declaraciones o realizar acciones que contradigan las
filosofías y creencias de la persona que encarnan. Incluso podría revelar
información que el fallecido deseaba mantener en privado. Si se desarrollara
como un deepfake, la gente podría creer erróneamente que se trata de las
declaraciones y acciones reales del fallecido.
一¿De ahí la necesidad de una regulación?
一Los
juristas ya han remarcado que la resurrección digital debería ser permisible en
función del acuerdo o desacuerdo del fallecido. Dado que se necesita más
investigación, no tengo una opinión definitiva sobre este asunto. Los
resultados pueden variar según el país y la cultura. Hasta donde sé, hoy no
existen normas que regulen directamente la resurrección digital de los muertos.
En la mayoría de los países, no se reconocen los derechos de privacidad y
personalidad de los fallecidos. Es un asunto de debate hoy entre expertos en
derecho.
El
debate contiene una inquietud que pronto deberá zanjarse: ¿debemos incluir
directivas digitales en nuestros testamentos? Es posible que sea una buena
idea. En el futuro -y el futuro es en verdad cercano-, las soluciones dentro de
la industria de la resurrección digital serán más completas. Los clones
digitales se volverán más inteligentes, podrán comprender su entorno e
integrarse a la vida terrenal en forma transversal. La línea entre humanos
creados con IA y humanos de carne y hueso se difuminará y entonces seremos
inmortales. O algo así.
Tomado
de: https://www.infobae.com/realidad-aumentada/2024/07/22/hablar-con-los-muertos-ya-es-posible-avanza-el-negocio-de-la-resurreccion-digital-y-genera-reparos/
NOTA:
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