La región del Catatumbo ajusta diez días en guerra por cuenta del ELN y las disidencias de las Farc. Más de 40.000 personas han sido desplazadas del territorio y 12.000 más están confinadas. La fuerza pública intentará tomar el control.
La guerra que activó el ELN en el Catatumbo en contra de
las disidencias de las Farc no es una simple venganza por el control del
negocio del narcotráfico. Un equipo periodístico de SEMANA se internó en la
región durante varios días y revela que detrás de la reciente ola de violencia
están los intereses de las autoridades venezolanas para dominar por completo la
frontera, ajustar su retaguardia y frenar cualquier plan que desestabilice la
dictadura de Nicolás Maduro. La información la sostienen altos mandos de la
fuerza pública, destacados mandatarios locales, cocaleros, líderes sociales,
campesinos y personas de la entera confianza de la guerrilla.
“El ELN es la contención en la frontera en caso de
cualquier invasión que ataque a la revolución venezolana. Eso está clarísimo.
Siempre ha sido así”, dijo un alto mando de la fuerza pública que conoce los
movimientos de ese grupo criminal. El oficial reconoció, bajo estricta reserva,
que los hombres de Antonio García estaban perdiendo terreno en Norte de
Santander y eso preocupó al régimen, más cuando el expresidente Álvaro Uribe
desempolvó en los últimos días la propuesta de una intervención militar para tumbar
al chavismo del poder tras el robo de las elecciones presidenciales.
Unidades de inteligencia y líderes sociales advirtieron
que la arremetida de los elenos no fue una simple casualidad, y el mismo
Gobierno Petro, como lo dice su comisionado de paz, Otty Patiño, cree que “es
probable” que Maduro tenga responsabilidad en la matanza del Catatumbo.
El exterminio de la estructura 33 de las disidencias de
las Farc fue planeado desde 2024 y coincidió con la llegada al Catatumbo del
cartel de los Soles, la organización narcotraficante que integran los más altos
representantes de la dictadura, como Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Vladimir
Padrino y Tareck El Aissami, según Estados Unidos. Ellos enviaron a sus
emisarios a inyectar cientos de millones de pesos colombianos para recuperar el
mercado de la hoja de coca y confirmaron la “indisciplina” en ese lado de la
frontera por parte de las Farc, que no estaría cumpliendo los mínimos acuerdos
para estar en el terreno. Esas disidencias nunca fueron del agrado de Caracas.
El mismo Alexánder Díaz Mendoza, alias Calarcá, uno de
los principales jefes de las Farc, le confirmó a SEMANA este viernes que las
fuerzas bolivarianas han apalancado la guerra del ELN y, desde hace un año,
usan su poder estatal para destruir los campamentos de sus hombres: “El ELN ha
corrompido a algunos mandos militares que han apoyado a este grupo en la zona
de frontera. Algunos soldados activos salen de permiso y participan en
operativos de esas estructuras, se ganan un dinero y retornan a sus cuarteles
nuevamente”.
Esta versión fue respaldada por influyentes
mandatarios locales de Norte de Santander que tienen línea directa con la
comandancia del ELN. Con la información que tienen en su poder, ellos creen que
los uniformados venezolanos se prestaron para sacar a los miembros de las Farc
de su territorio, acorralarlos en el Catatumbo y facilitar la matanza del
ELN: “Las Farc fueron expulsadas de Venezuela. Allá identificaron sus fincas,
les quemaron los cambuches, hubo bombardeos. Ellos expusieron a las Farc hacia
Colombia”, describió uno de ellos con la petición de ocultar su identidad por
el temor de ser asesinado.
Lo que más inquietaba a los
venezolanos era que los elenos estaban siendo debilitados por las disidencias,
con trabajo político y discurso, en momentos en que necesitan frenar cualquier
operativo que ponga a tambalear a la dictadura. Ese temor se cuantifica con las
2.350 personas que tiene el ELN para custodiar el Catatumbo frente a las 450
que tienen las Farc, de acuerdo con datos suministrados a SEMANA por
unidades de inteligencia.
Históricamente, el ELN ha sido
el primer filtro de seguridad para los chavistas y una de sus prioridades es
mantenerlo activo para continuar en el poder. Uno de los hombres en Colombia
que más conoce a esta guerrilla, y que se ha sentado a negociar con sus
comandantes en repetidas oportunidades, comentó que ese grupo subversivo se
convirtió en un grupo armado venezolano que le hace el trabajo sucio a Nicolás
Maduro: “El ELN, con los cubanos, (son) las últimas retaguardias de seguridad
de Maduro”. Un alto mando de la fuerza pública también lo reconoció: “Son
la primera línea de retaguardia” de los huéspedes del Palacio de Miraflores.
Los favores de Maduro
El régimen tiene como obsesión proteger y blindar la
frontera con Colombia porque es el sector donde, eventualmente, se podrían
movilizar personas que quisieran sacarlo del poder por la vía militar. El ELN
está cumpliendo la palabra de cuidarle la espalda. Un alto mando de la fuerza
pública en Colombia le envió el jueves pasado a SEMANA extractos de un plan que
ya se trazó esa guerrilla y que quedó por escrito: “Nuestra estrategia debe
contemplar posibles escenarios de contrarrevolución producidos por una invasión
militar norteamericana o un golpe de Estado en Venezuela. Defender la
revolución bolivariana de Venezuela en caso de una agresión violenta por parte
del imperialismo”.
Esta guerrilla hizo la primera tarea en Arauca: “Allá el
ELN ha exterminado a las disidencias de las Farc y hoy tienen el dominio del 90
por ciento del territorio, para no decirle que del 100 por ciento. Ahora lo que
están buscando es que eso suceda en Norte de Santander”, contó otra autoridad
que pidió omitir su identidad porque le podrían poner “una lápida encima”. En
esa operación también participó la dictadura. “El ELN es la primera línea de
defensa de Maduro. No es la guardia venezolana, sino la guerrilla la que le da
protección en su punto más vulnerable”, agregó la misma fuente.
Uno de los hombres que colaboró hasta hace ocho días con
esa guerrilla en el Catatumbo, y que clama por un exilio para él y su familia
ante el inminente riesgo, destapó la macabra alianza, en diálogo con el equipo
periodístico de SEMANA en el estadio General Santander, en Cúcuta: “Todos los
grandes negocios del ELN están con el Gobierno de Maduro y (con) Diosdado
Cabello. Ellos no van a perder esta guerra con las Farc, los van a derrotar,
van a demorar, pero los van a derrotar. ¿Por qué? Porque el Gobierno venezolano
está en la frontera apoyándolos (con) armas, comida, municiones, tienen todo
para que ganen la guerra. Eso lo ve uno. Esa es la realidad. La meta es el
exterminio total (de las Farc), acabarlos”.
La guerra que activó el ELN en el Catatumbo en contra de
las disidencias de las Farc no es una simple venganza por el control del
negocio del narcotráfico. Un equipo periodístico de SEMANA se internó en la
región durante varios días y revela que detrás de la reciente ola de violencia
están los intereses de las autoridades venezolanas para dominar por completo la
frontera, ajustar su retaguardia y frenar cualquier plan que desestabilice la
dictadura de Nicolás Maduro. La información la sostienen altos mandos de la
fuerza pública, destacados mandatarios locales, cocaleros, líderes sociales,
campesinos y personas de la entera confianza de la guerrilla.
“El ELN es la contención en la frontera en caso de cualquier invasión que ataque a la revolución venezolana. Eso está clarísimo. Siempre ha sido así”, dijo un alto mando de la fuerza pública que conoce los movimientos de ese grupo criminal. El oficial reconoció, bajo estricta reserva, que los hombres de Antonio García estaban perdiendo terreno en Norte de Santander y eso preocupó al régimen, más cuando el expresidente Álvaro Uribe desempolvó en los últimos días la propuesta de una intervención militar para tumbar al chavismo del poder tras el robo de las elecciones presidenciales.
Unidades de inteligencia y líderes sociales advirtieron que la arremetida de los elenos no fue una simple casualidad, y el mismo Gobierno Petro, como lo dice su comisionado de paz, Otty Patiño, cree que “es probable” que Maduro tenga responsabilidad en la matanza del Catatumbo.
El exterminio de la estructura 33 de las disidencias de las Farc fue planeado desde 2024 y coincidió con la llegada al Catatumbo del cartel de los Soles, la organización narcotraficante que integran los más altos representantes de la dictadura, como Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Vladimir Padrino y Tareck El Aissami, según Estados Unidos. Ellos enviaron a sus emisarios a inyectar cientos de millones de pesos colombianos para recuperar el mercado de la hoja de coca y confirmaron la “indisciplina” en ese lado de la frontera por parte de las Farc, que no estaría cumpliendo los mínimos acuerdos para estar en el terreno. Esas disidencias nunca fueron del agrado de Caracas.
La región del Catatumbo ajusta diez días en guerra por
cuenta del ELN y las disidencias de las Farc. Más de 40.000 personas han sido
desplazadas del territorio y 12.000 más están confinadas. La fuerza pública
intentará tomar el control.
La región del Catatumbo ajusta diez días en guerra por
cuenta del ELN y las disidencias de las Farc. Más de 40.000 personas han sido
desplazadas del territorio y 12.000 más están confinadas. La fuerza pública
intentará tomar el control.
El mismo Alexánder Díaz Mendoza, alias Calarcá, uno de los principales jefes de las Farc, le confirmó a SEMANA este viernes que las fuerzas bolivarianas han apalancado la guerra del ELN y, desde hace un año, usan su poder estatal para destruir los campamentos de sus hombres: “El ELN ha corrompido a algunos mandos militares que han apoyado a este grupo en la zona de frontera. Algunos soldados activos salen de permiso y participan en operativos de esas estructuras, se ganan un dinero y retornan a sus cuarteles nuevamente”.
Esta versión fue respaldada por influyentes mandatarios locales de Norte de Santander que tienen línea directa con la comandancia del ELN. Con la información que tienen en su poder, ellos creen que los uniformados venezolanos se prestaron para sacar a los miembros de las Farc de su territorio, acorralarlos en el Catatumbo y facilitar la matanza del ELN: “Las Farc fueron expulsadas de Venezuela. Allá identificaron sus fincas, les quemaron los cambuches, hubo bombardeos. Ellos expusieron a las Farc hacia Colombia”, describió uno de ellos con la petición de ocultar su identidad por el temor de ser asesinado.
Lo que más inquietaba a los venezolanos era que los elenos estaban siendo debilitados por las disidencias, con trabajo político y discurso, en momentos en que necesitan frenar cualquier operativo que ponga a tambalear a la dictadura. Ese temor se cuantifica con las 2.350 personas que tiene el ELN para custodiar el Catatumbo frente a las 450 que tienen las Farc, de acuerdo con datos suministrados a SEMANA por unidades de inteligencia.
Históricamente, el ELN ha sido el primer filtro de seguridad para los chavistas y una de sus prioridades es mantenerlo activo para continuar en el poder. Uno de los hombres en Colombia que más conoce a esta guerrilla, y que se ha sentado a negociar con sus comandantes en repetidas oportunidades, comentó que ese grupo subversivo se convirtió en un grupo armado venezolano que le hace el trabajo sucio a Nicolás Maduro: “El ELN, con los cubanos, (son) las últimas retaguardias de seguridad de Maduro”. Un alto mando de la fuerza pública también lo reconoció: “Son la primera línea de retaguardia” de los huéspedes del Palacio de Miraflores.
Nicolás Maduro, dictador de Venezuela.
Los favores de Maduro
El régimen tiene como obsesión proteger y blindar la
frontera con Colombia porque es el sector donde, eventualmente, se podrían
movilizar personas que quisieran sacarlo del poder por la vía militar. El ELN
está cumpliendo la palabra de cuidarle la espalda. Un alto mando de la fuerza
pública en Colombia le envió el jueves pasado a SEMANA extractos de un plan que
ya se trazó esa guerrilla y que quedó por escrito: “Nuestra estrategia debe
contemplar posibles escenarios de contrarrevolución producidos por una invasión
militar norteamericana o un golpe de Estado en Venezuela. Defender la
revolución bolivariana de Venezuela en caso de una agresión violenta por parte
del imperialismo”.
Esta guerrilla hizo la primera tarea en Arauca: “Allá el
ELN ha exterminado a las disidencias de las Farc y hoy tienen el dominio del 90
por ciento del territorio, para no decirle que del 100 por ciento. Ahora lo que
están buscando es que eso suceda en Norte de Santander”, contó otra autoridad
que pidió omitir su identidad porque le podrían poner “una lápida encima”. En
esa operación también participó la dictadura. “El ELN es la primera línea de
defensa de Maduro. No es la guardia venezolana, sino la guerrilla la que le da
protección en su punto más vulnerable”, agregó la misma fuente.
Uno de los hombres que colaboró hasta hace ocho días con
esa guerrilla en el Catatumbo, y que clama por un exilio para él y su familia
ante el inminente riesgo, destapó la macabra alianza, en diálogo con el equipo
periodístico de SEMANA en el estadio General Santander, en Cúcuta: “Todos los
grandes negocios del ELN están con el Gobierno de Maduro y (con) Diosdado
Cabello. Ellos no van a perder esta guerra con las Farc, los van a derrotar,
van a demorar, pero los van a derrotar. ¿Por qué? Porque el Gobierno venezolano
está en la frontera apoyándolos (con) armas, comida, municiones, tienen todo
para que ganen la guerra. Eso lo ve uno. Esa es la realidad. La meta es el
exterminio total (de las Farc), acabarlos”.
De igual manera, algunos campesinos que son sometidos a
las normas de los elenos, y que fueron citados por sus comandantes al lado
venezolano de la frontera, hablaron de ese pacto y describieron que la
vigilancia de los campamentos corre por cuenta de personas que portan prendas
de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana: “Venezuela está apoyando al Catatumbo
con hombres y armas. (Hay) vínculos sociales (y) narcotráfico. Cuando teníamos
reuniones con ellos, siempre mirábamos personas de la guardia venezolana”,
manifestó uno de los ciudadanos que abandonó su territorio junto a su familia
por el miedo de caer en los combates entre el ELN y las disidencias.
El mismo Maduro dejó claro el valor que tiene esta guerra
y lo mucho que está peleándola cuando designó a Diosdado Cabello, su hombre más
fuerte y radical, para ir el pasado miércoles a la región del Catatumbo. El
dictador desplegó toda una parafernalia en los llamados ejercicios militares
del Escudo Bolivariano 2025 en el que participaron 150.000 miembros de sus
fuerzas con una transmisión de dos horas por internet, en donde apareció
vestido de militar y mostró tanques, submarinos y aviones de guerra en cada
instante. Dejó ver en su discurso que usará todos los recursos para frustrar
cualquier levantamiento: “Hacer respetar a Venezuela de los grupos generadores
de violencia, de los terroristas armados de Colombia (...) y de toda la gente
que amenace y pretenda agredir a Venezuela”.
Un reconocido líder social del Catatumbo le dijo a SEMANA
que el ELN le logró vender una idea a las Fuerzas Armadas venezolanas, y es que
las disidencias de las Farc y el Clan del Golfo forman parte de un “proyecto
paramilitar colombiano” que podría ir en contra de los intereses del régimen.
Desde hace por lo menos dos años, Maduro viene hablando
de los llamados Tancol (en referencia a grupos terroristas y narcotraficantes
de Colombia), donde no se incluye al ELN, y que supuestamente buscan
desestabilizar a Venezuela permeando toda la frontera.
El panorama no es menor para Colombia y hay preocupación
en el más alto nivel del Estado por lo que pueda suceder en los próximos días.
El exfiscal Néstor Humberto Martínez le dijo a SEMANA: “Lo grave de la
dictadura de Maduro es que esto va a profundizar los peligros para la seguridad
nacional de Colombia. El Gobierno y la inteligencia comprobaron que el paso se
dio por territorio venezolano. Y eso solo pudo ser por la complacencia de la
dictadura, hasta ahora con el silencio del Gobierno”.
Disidencias, una amenaza
La mejor alianza que hicieron los disidentes del acuerdo
de paz se convirtió en su peor pesadilla. Hasta 2016, el control del Catatumbo
estaba en manos de las extintas Farc-EP; después de varias negociaciones,
cedieron el poder al ELN con la promesa de no volver a agarrar un fusil; sin
embargo, cuando algunos hombres retornaron a la guerra, intentaron revertir el
negocio y los elenos se opusieron. Finalmente, para no causar una ola de
violencia, pactaron compartir el poder económico, social y político. La organización
de Antonio García confió en que serían superiores, pero eso cambió de la noche
a la mañana: descuidaron la región en su afán de hacer más dinero con el
narcotráfico.
Un alto mando de la fuerza pública lo explicó de la
siguiente manera: “El ELN está perdiendo la base en el sector porque (las
disidencias han) venido haciendo trabajo político, (han) venido dando
beneficios a las comunidades. Esa base social que ha ganado el ELN se la
(quitaron) las disidencias. Ellos han visto que les han quitado el control del
territorio”. Ese es el origen de la crisis que hoy tiene sitiado al Catatumbo
bajo la sombra de las balas: el Ejército de Liberación Nacional perdió poder y,
automáticamente, se tradujo en un riesgo para el régimen de Maduro, por lo que
se activó el plan de exterminio de las disidencias.
Un exministro de Defensa de Colombia, bajo reserva, le
detalló a SEMANA más razones detrás de la guerra de los dos grupos armados: “La
declaración de Álvaro Uribe, de intervención militar, tiene muy preocupado a
Maduro porque no sabe qué está detrás. Ellos piensan que se está orquestando
una operación desde el Catatumbo en contra de Maduro, dirigida por el clan del
Golfo, aliado con las disidencias de las Farc. Por eso mandaron al ELN a
desmontar eso allá, porque ellos se aliaron hace poco para negociar el control
del narcotráfico”.
El exfuncionario señala que el ELN es hoy una “guerrilla
binacional”. Forma parte, por un lado, de una institucionalidad conformada por
las milicias bolivarianas, y, por el otro, “es una guerrilla narcotraficante y
la peor terrorista”.
En las filas de las Farc saben que el Gobierno de Maduro
no les tiene contemplación, como sí ocurre con el ELN y la Segunda Marquetalia.
Así lo admitió alias Calarcá, en diálogo con SEMANA: “Hace más de un año ha
habido operativos de la Fuerza Militar venezolana encaminados a destruir toda
la infraestructura que los camaradas habían construido para las ayudas de las
mismas comunidades. Hasta donde teníamos conocimiento, los elenos estaban
cubriendo los gastos de estos operativos”.
El descontrol social fue determinante. En un recorrido de
un periodista de este medio por el Catatumbo, en los últimos días, las
comunidades reconocieron que los elenos tienen una política de muerte, mientras
que la otra organización les tendría mayor consideración: “Las Farc nos paga
mejor”.
Buena parte de los habitantes prefieren guardar la base
de coca para los disidentes, los líderes sociales aplican sus manuales de
convivencia en el territorio al pie de la letra y la teoría revolucionaria que
dictan las Farc tiene más acogida que la que aplica el ELN, a la que acusan de
usar al campesinado para llenarse los bolsillos de plata y cuidar los intereses
de los narcotraficantes venezolanos.
Pero las disidencias no tienen todo el respaldo y también
están detrás de múltiples crímenes. “Es muy cierto que las Farc tienen una
cultura traqueta, que se lucran del narcotráfico, que (alias) Richard cobra
impuesto (...), que viven de la mafia, secuestran y para nadie del Catatumbo
eso es un secreto. Esa es la causa por la que el ELN ha decidido empezar la
guerra y eso me parece bien”, manifestó una campesina de la región en un
mensaje de texto enviado a una autoridad en Cúcuta.
La planeación del asalto
A raíz de esto, la recuperación del Catatumbo fue
planeada por el frente de guerra nororiental del ELN, comandado por alias
Alfredo, con tres propósitos especiales, según fuentes de inteligencia:
“Consolidarse como la única organización en la frontera con el control y el
monopolio de las economías ilegales. Fortalecimiento del trabajo político
organizativo con el objetivo de influenciar la gobernanza local y regional a
través de la infiltración de organizaciones sociales y comunales con alta
influencia en la región del Catatumbo; fortalecimiento de su mando y control,
creación de nuevas estructuras para ampliar sus áreas de influencia hacia
nuevas y antiguas áreas que les permita obtener finanzas”.
Sin embargo, el presidente Gustavo Petro acusó de manera
directa a alias Pablito de la situación: “Buscan el control de la frontera
basados, económicamente, en la cocaína del Catatumbo. Pablito tiene la mayor
responsabilidad en esta acción. Buscan el control para convertirse en carta de
negociación internacional y para enriquecerse con la cocaína”.
Alias Pablito es Gustavo Aníbal Giraldo Quinchía, quien
funge como el tercer cabecilla del ELN, y se mueve en Venezuela, en los
sectores de Los Bancos, El Nula y Tres Esquinas; su mayor habilidad es el
direccionamiento militar y tiene seis órdenes de captura vigentes en Colombia
por múltiples delitos cometidos de manera continúa desde hace 26 años.
SEMANA accedió a información reservada sobre la matanza
en el Catatumbo: el ELN infiltró todas las comisiones de las disidencias,
perfiló a todas las personas que compartían con sus integrantes, multiplicó su
capacidad de guerra con el aparente respaldo de los militares venezolanos y
aumentó el número de hombres que ingresaron a través de dos pasos fronterizos
ilegales ubicados en el estado Zulia, en la jurisdicción del municipio Jesús
María Semprún. La fecha de arranque fue el jueves 16 de enero y utilizaron la
masacre de la familia López Durán para justificar la guerra en contra de las
Farc.
Unidades de inteligencia reconocieron, de manera
extraoficial, que ninguna agencia estatal pudo detectar este plan criminal,
pese a que, desde el pasado 15 de noviembre, la Defensoría del Pueblo había
emitido una alerta de inminencia sobre una posible arremetida del ELN ante una
ruptura con las Farc en la zona.
En Norte de Santander sí alcanzaron a advertir sobre los
movimientos de la guerrilla en la zona norte de los municipios de Tibú y El
Tarra, pero pensaron que atacarían a las tropas del Ejército Nacional que
estaban prestando seguridad a los funcionarios que reparaban un gasoducto. La
situación tomó por sorpresa a todos, menos a Venezuela.
De acuerdo con las Fuerzas Militares y el testimonio de
líderes sociales, el refuerzo que recibió alias Alfredo llegó por la frontera
con Venezuela con meses de anticipación. Uno de los alcaldes de Norte de
Santander también lo reconoció, sospechando que los movimientos los hicieron
con el respaldo de la guardia del chavismo: “Yo creería que les permitieron el
paso, los dejaron entrar por Venezuela, les facilitaron el transporte. Hay muy
buena empatía, buena relación y es totalmente posible”.
La matanza en esta zona del país podría ser considerada
la más grande de la década (pueden ser más de 80 muertos) y desató el
desplazamiento de por lo menos 40.000 personas, el más grande registrado en 30
años en Colombia, de acuerdo con la Defensoría del Pueblo. El expresidente
Álvaro Uribe advirtió lo que hay detrás: “La tiranía que debería haber frenado
la violencia en Colombia, como lo creyó Santos, piensa, en su delirio
paranoico, que Farc y el Clan del Golfo la van a tumbar, como informan militares
de la tiranía. Entonces la tiranía habría ordenado al ELN hacer las masacres
del Catatumbo”.
Bajo este escenario, pocos se explican por qué razón el
ministro de Defensa de Colombia, Iván Velásquez, se reunió en las últimas horas
en San Cristóbal (Venezuela) con su homólogo en la dictadura, Vladimir Padrino
López, para supuestamente buscar una solución a la guerra en la frontera.
El anuncio de Velásquez, en el sentido de que acordó con
Padrino que habrá operativos contra el narcotráfico, resulta difícil de creer,
dado que el régimen de Maduro es, ante todo, una organización dedicada al
tráfico de drogas, según Estados Unidos. Por Padrino López, justamente, las
autoridades estadounidenses ofrecen una recompensa de 15 millones de dólares.
De hecho, otra hipótesis de las autoridades es que se habría construido una alianza entre carteles mexicanos y el cartel de los Soles para imponerle al ELN el aniquilamiento de las disidencias de las Farc, dado que ese grupo no les estaba permitiendo negociar la droga y quería tomar el control de la economía en este sector de Colombia, donde más coca hay luego de Nariño. De aquí salen toneladas hacia Estados Unidos, República Dominicana, Centroamérica, España, entre otros países.
Sobre este tema, una fuente policial afirmó a SEMANA:
“Los narcos mexicanos, que trabajan de la mano con el cartel de los Soles y el
ELN, terminaron concretando una alianza, sumaron fuerzas, todo apoyado desde el
Gobierno de Venezuela. También fueron desembolsados millones de dólares de
parte de las organizaciones criminales para financiar el plan de aniquilamiento
de las Farc”. Con base en este reporte, las armas, municiones, material
logístico y comunicaciones con las que el ELN atacó a las Farc fueron encaletadas
y entregadas al otro lado de la frontera. Jesús María Semprúm, Machiques de
Perijá y Rosario de Perijá son los santuarios del ELN en ese país.
Al consultarle al Ejército Nacional sobre la relación del
cartel de los Soles con el ELN, el jefe de operaciones, general Erik Rodríguez,
respondió a SEMANA en Cúcuta: “Hay una convergencia criminal de diferentes
actores de la delincuencia transnacional. Están el ELN y las Farc, que son los
productores, y por la posición geográfica también llegan muchas organizaciones
transnacionales dedicadas al narcotráfico, con las cuales ellos se asocian
temporalmente o mantienen sociedades para la comercialización de clorhidrato de
cocaína”.
Tomado de: https://www.msn.com/es-co/pol%C3%ADtica/gobierno/el-plan-de-nicol%C3%A1s-maduro-y-el-eln-semana-revela-la-historia-secreta-detr%C3%A1s-del-violento-ataque-del-grupo-criminal-en-el-catatumbo/ar-AA1xPSOe?ocid=BingNewsSerp
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