Donald Trump empezó su segundo mandato como presidente de EE.UU. con la firma de decenas de órdenes ejecutivas.
Furia,
desinterés y frustración.
Para
Juan Gabriel Tokatlian, doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad
Johns Hopkins de Washington D.C., Donald Trump vuelve a la Casa Blanca con una
lista de asuntos pendientes en su relación con América Latina.
"Trump
llega frustrado con América Latina por lo que no logró en su primer
mandato", le dice a BBC Mundo el exrector y actual profesor de la
Universidad Torcuato Di Tella de Buenos Aires, desde una finca en las afueras
de Medellín, Colombia, país donde vivió 18 años.
"Esa
mezcla de desinterés y furia frente a América Latina, creo que la vamos a ver
representada en sus primeras acciones", dice el reconocido analista e
investigador argentino.
Tokatlian,
quien acaba de publicar "Consejos no solicitados sobre política
internacional" (Ed. Siglo Veintiuno, 2024), un libro de conversaciones con
la periodista Hinde Pomeraniec, analiza la relación de Trump con México, la
posición de Washington ante Nicolás Maduro y el vínculo con China en su disputa
por la influencia en América Latina.
¿Cómo
analiza esta nueva etapa en las relaciones entre EE. UU. y América Latina?
Si
uno hace un repaso histórico de los discursos inaugurales de los presidentes de
Estados Unidos en el último siglo, es inusual el papel de América Latina en el
mensaje de Trump de este lunes.
Trump
no mencionó a ningún país ni región, excepto por dos anuncios que hizo
vinculados a América Latina: la frontera sur de Estados Unidos y el Canal de
Panamá.
Quiso
mostrar que volvía con fuerza frente a la región, pero su discurso planteó una
paradoja. Para Trump, Estados Unidos atraviesa un estado calamitoso, una suerte
de impotencia, que él resuelve con una prepotencia total.
Dice
que va a recuperar a Estados Unidos, pero lo hace desde la debilidad que él
mismo plantea.
¿Cómo
cree que Trump ve a América Latina?
Tanto
en la campaña de 2016, que lo llevó a la presidencia, como en la campaña de
2024, todo lo referido a América Latina era parte de una agenda negativa:
criminalidad, narcotráfico, migración.
Para
Trump, al menos en el discurso de campaña y una vez electo presidente, América
Latina no tenía ningún valor positivo. Esto creo que seguirá siendo así.
Ahora
bien, Martha Cottan, autora del libro Foreign Policy Decision Making, utiliza
la imagen de la amenaza y del dependiente para analizar la política exterior de
Estados Unidos.
La
imagen de la amenaza es la de aquel país o región que pone en entredicho la
seguridad nacional e incluso la supervivencia de Estados Unidos. Antes era la
Unión Soviética, ahora es China.
La
imagen del dependiente es la del país o región que, para Estados Unidos, no
entiende que sus acciones pueden afectar negativamente a este país. Es aquel
que no se da cuenta del daño que le puede provocar, por ejemplo, vía el
narcotráfico o la migración.
Entonces,
Trump ve a América Latina como "dependiente" más que como una
amenaza...
Sí,
para Trump América Latina es la imagen del dependiente. Y, encima de todo, la
infantiliza.
Trump
ve que la región es irrelevante para Estados Unidos y, a su vez, le dice que
debe comportarse de una manera determinada para ser merecedora de algo
positivo.
La
imagen de América Latina como dependiente cruza a muchas administraciones, más
allá de Trump, pero con él se vuelve algo recargado, que tiene además un
componente de revancha.
¿Por
qué de revancha?
El
libro de su último secretario de Defensa, Mark Espert, A Sacred Oath: Memoirs
of a Secretary of Defense During Extraordinary Times, cuenta que lo que Trump
quería era incrementar el bloqueo total a Cuba, iniciar una política de ataque
en laboratorios de fentanilo en México y derrocar a Maduro en Venezuela.
Trump
sigue teniendo, en parte, esa agenda. Pero llega frustrado con América Latina
por lo que no logró en su primer mandato.
Además,
su nivel de desinterés en la región en aquel momento fue total. Fue el primer
presidente, en más de 60 años, en no hacer ninguna visita oficial a un país
latinoamericano, solo asistió a la cumbre del G20 en Argentina, en 2018.
Esa
mezcla de desinterés y furia hacia América Latina, creo que la vamos a ver
representada en sus primeras acciones.
Usted
ha escrito que con el regreso de Trump vemos una vuelta de la Doctrina Monroe
de "América para los americanos". ¿La disputa por América Latina
ahora es con China en lugar de Europa?
Trump
retoma la Doctrina Monroe, pero con un matiz. Cuando esta idea fue
instrumentada por Estados Unidos, se trataba de evitar militarmente la
expansión de Europa hacia sus excolonias. El desafío era militar.
Ahora,
en el caso de la influencia de China, no hay ninguna expansión militar china
sino que, lo que vemos, es que hay un actor que ingresa y se proyecta en
América Latina con recursos, inversión, asistencia, presencia.
Entonces,
si Trump quiere aplicar a China una nueva versión de la Doctrina Monroe, al no
haber una amenaza militar creíble de Pekín, se enfrenta a un "dilema de
recursos y compromisos".
Pero
Estados Unidos exige compromisos sin recursos. Es decir, quiere que los países
de América Latina lo sigan sin poner un dólar, lo que es absolutamente equívoco
y puede hacer mucho daño.
En
la medida en que la brecha entre menos recursos y más compromisos sea más
grande, Washington se va a volver más retaliatoria, va a recurrir más a la
amenaza de la fuerza y va a jugar en el límite del chantaje.
¿El
reclamo de Trump por el Canal de Panamá va en esa dirección?
Sí,
pero lo que Trump plantea sobre el rol de China en el Canal de Panamá es falso.
Trump
dice que una de las terminales en el Pacífico y otra en el Atlántico está
controladas por una empresa china. Bien, pero las otras dos grandes terminales
las controlan capitales occidentales. Entonces, no está bajo control chino.
Además,
EE. UU. nunca ha tenido un problema con Panamá por este tema, a pesar de que
más del 40% de sus exportaciones que van hacia Asia cruzan por este canal, sino
que siempre ha funcionado y ha operado sin ninguna dificultad.
Hay
que recordar que Panamá tenía relaciones con Taiwán hasta el año 2017 y decide
romper las relaciones con Taiwán para establecer relaciones con la República
Popular de China.
Ese
fue un giro muy importante visto desde Washington.
¿Eso
quiere decir que el canal queda atrapado por los chinos? No. Quiere decir que
Washington debió haber hecho mucho más para recuperar influencia y su
proyección en Panamá.
Entonces,
¿por qué cree que Trump pone este tema sobre la mesa?
Pienso
que aquí hay que ver si hay intereses privados de amigos de Trump en Panamá,
porque ni China ha afectado la neutralidad del canal ni China ha hecho nada
para poner en jaque la presencia eventual de más inversión de Estados Unidos.
Por
eso, presumo que aquí juega el mundo de los negocios. Si entendemos ese cuadro
nos va a aparecer más claro el hecho de que bajo una supuesta rúbrica
geopolítica estratégica, lo que hay es una pugna por porciones de negocios.
Por
eso digo, no miremos solamente a Washington y a Nueva York para analizar EE. UU.
También miremos a California, que es donde están las empresas tecnológicas que
en esta última contienda electoral hicieron un movimiento masivo y decisivo a
favor de Trump, y a Florida, porque este estado en este nuevo gabinete ocupa un
lugar inusitado.
En su último libro usted describe a América Latina no como irrelevante para EE. UU. sino como una región que ha perdido gravitación. ¿Qué significa esto y cuál es la respuesta de América Latina hacia esta posición de Trump?
América
Latina es una región menos gravitante porque su peso global es menor al de hace
50 años. Pero esta pérdida de gravitación no significa que sea irrelevante,
porque esta es una región rica en minerales, hidrocarburos, alimentos.
Hay
muchos atributos que si en vez de funcionar unilateralmente funcionaran
asociativamente, al menos nos darían cierta capacidad de negociación.
Sin
embargo, no existe una posición regional ante EE. UU. porque vivimos la mayor
fragmentación y fractura política de América Latina desde la década de 1960.
América
Latina está totalmente balcanizada. Nuestros mecanismos asociativos no
funcionan: el Mercosur vive empantanado, la Alianza del Pacífico dejó de
existir, la Celac no llega a consensos.
Por
lo tanto, presumo que ante EE. UU. veremos más políticas bilaterales, esto es,
Argentina con Estados Unidos, Brasil con Estados Unidos, Chile con Estados
Unidos, y no regionales, lo cual favorece a Trump.
Usted
suele decir que en América Latina hay un país que tiene una posición política
diferente al resto de la región: México. ¿Cómo ve la relación de este país con
Trump?
La
relación de EE. UU. con México ha sido, es y será central.
México
es la contraparte comercial más importante de Estados Unidos, la relación
bilateral en términos de intercambio comercial es de US$807.000 millones al
año. Este no es un intercambio que Estados Unidos mantiene con el resto de los
países de Latinoamérica.
Pero
además está el tema del fentanilo, el narcotráfico, la deportación de los
migrantes mexicanos y los de América Central, el anuncio de los carteles como
organizaciones terroristas.
En
ese sentido, creo que México intentará proteger la relación porque tiene mucho
que perder. Esto no es una novedad. Insisto, esto es una continuidad. Habrá que
ver si México cambia de posición, no si Estados Unidos.
¿Habrá
instancias de negociación entre Sheinbaum y Trump así como vimos con el
expresidente Andrés Manuel López Obrador?
Habrá
transacciones asimétricas en desmedro de México, que es el país que
potencialmente puede perder más aquí.
Por
eso, México siempre ha optado por no hacer públicos sus acercamientos con
Estados Unidos. En ese sentido, le toca bajar la tensión.
Vinculado
a México, Trump firmó una orden ejecutiva que designa a los carteles y a las
bandas criminales como organizaciones terroristas. ¿Qué significa esto?
Esto
significa que habrá una presión mayor sobre México, porque El Salvador ya está
haciendo lo suyo de manera brutal. Pero ese mensaje también es hacia la
presencia de esas bandas dentro de Estados Unidos.
Trump
identificó a organizaciones mexicanas, salvadoreñas y una venezolana, pero no
añadió a grupos armados colombianos, que los podría haber colocado bajo el mote
general de narcoguerrillas, con lo cual, inicialmente el peso específico es con
relación a México.
¿Esto
le dará poder para avanzar sobre otros países?
Imagino
que lo que hará Trump es perseguir de manera más dura a estas organizaciones
dentro de Estados Unidos.
Pero
no me imagino tomando una acción de ataque con drones o la destrucción de
laboratorios en México. Si hiciera esto, creo que estaría cruzando una frontera
inédita en América Latina y, en particular, en la relación con México.
¿Cómo
analiza la relación entre Donald Trump y Javier Milei? ¿Milei se acerca a Trump
por afinidad personal o porque le sirve para los intereses de Argentina?
Milei
es un presidente al que le interesan más las relaciones personales que las
relaciones entre Estados. Trump también funciona así. Trump es un hombre de
acuerdos, no de reglas, por eso existe una cercanía entre ambos.
Es
ahí donde hay un núcleo de coincidencias propio de dos estilos que, con sus
matices, se asemejan mucho.
Además,
están atravesados por una convicción ideológica compartida y también por la
conveniencia. La conveniencia tiene que ver con que el proyecto económico
interno de Argentina funcione.
Esto
es, que el Fondo Monetario Internacional despeje recursos adicionales para
Argentina, que el país sea eventualmente atractivo para capitales
internacionales, específicamente estadounidenses.
Entonces,
en esta relación hay una mezcla de convicción y conveniencia personal para la
preservación del proyecto político.
Por
último, Trump insinuó en la noche del lunes que EE. UU. puede dejar de comprar
petróleo a Venezuela porque "no lo necesita". ¿Cómo ve la relación
con Nicolás Maduro?
Venezuela
es el cuarto exportador de petróleo de Estados Unidos. Decir que su petróleo es
irrelevante es relativo. De todos modos, no creo que sea solo el petróleo.
Yo
diría que va a ensayar distintos instrumentos.
También
tendrá que definir qué hacen con Edmundo González. Lo que hizo Estados Unidos
con Juan Guaidó, durante la primera presidencia de Trump, fue un fracaso. Si lo
quieren volver a hacer, el riesgo de un nuevo fracaso es alto.
Entonces,
diría que debemos ir paso por paso, viendo gesto por gesto, entendiendo que
Estados Unidos con Trump va siempre a combinar incentivos y sanciones, no solo
coerción.
Tomado de: https://www.bbc.com/mundo/articles/c4g32g001n8o
NOTA:
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