Miguel Uribe Turbay
Liberar a los integrantes de
la “primera línea” se ha convertido en una obsesión para Petro. ¿Qué hay detrás
del afán del presidente por premiar a los mismos delincuentes que aterrorizaron
a Colombia en mayo de 2021? ¿Estarán Petro y Bolívar siendo chantajeados? ¿Qué
saben los de la “primera línea” que podría hacerles tanto daño?
En cuatro meses de Gobierno,
ya van cuatro intentos por liberar a quienes hoy están condenados o judicializados
por tortura, terrorismo, homicidios, entre otros.
Primero, el 19 de junio una
vez elegido Petro dio la orden al Fiscal de liberar los detenidos de la
“primera línea”. Ante este anuncio, le llovieron críticas por interferir en la
independencia de poderes. Segundo, metieron el mico en la Ley de Paz Total para
indultarlos. En el Congreso logramos negarlo. Tercero, Anunciaron que serían
“gestores de paz”, pero al darse cuenta que esto implicaría reconocerlos como
miembros de grupos armados organizados al margen de la ley, el Gobierno reculó.
Cuarto, los llaman ahora “voceros de paz”, lavándoles la cara reconociéndolos
como supuestos integrantes de organizaciones sociales.
La figura de voceros de paz
fue aprobada bajo el argumento de darle voz a las víctimas y organizaciones
sociales, y no para disfrazar a victimarios beneficiándolos con impunidad. La
sociedad colombiana no puede seguir aceptando que las oportunidades sean para
los criminales y no para quienes buscan salir adelante.
¿Qué pensará un joven de Ciudad
Bolívar que estudia en la mañana y trabaja en la noche, que con dificultad le
alcanza para pagar el transporte, de que el gobierno no lo apoye, pero sí a
quienes salen a destruir y matar?
Por ejemplo, los siete
miembros iniciales de la “primera línea” que intentan liberar, están siendo
judicializados por concierto para delinquir agravado, lanzamiento de sustancias
u objetos peligrosos, terrorismo, lesiones personales, tráfico, fabricación o
porte de estupefacientes, invasión de tierras y hurto calificado.
Pero además de indultarlos,
Petro los va a bonificar con $1 millón mensuales. Esta propuesta cuesta $1,2
billones al año.
Para hacernos una idea de la
magnitud de esta propuesta, entre 2018 y 2022 se invirtieron $3,7 billones en
el programa jóvenes en acción que beneficia a 476.000 jóvenes. Esto implica que
por año el programa le cuesta alrededor de $1 billón al país.
¿Por qué no fortalecer el
programa “jóvenes en acción” que aumenta en 12 puntos la probabilidad de acceso
a la educación y disminuye 40% la probabilidad de deserción de los jóvenes en
las universidades?
Con los recursos de la
propuesta de Petro se podría llegar a un millón de jóvenes que se verían
beneficiados.
Sin embargo, oportunidades
para los jóvenes o alcanzar la paz no parece ser el objetivo del Gobierno. Por
el contrario, su intención es crear colectivos radicales para defender el
proyecto político de Petro.
No podemos perder de vista que
los integrantes de la “primera línea” están armados y con armas sofisticadas
con las que siguen atemorizando a los colombianos, por ejemplo, en los alrededores
Portal de las Américas.
Por lo tanto, si Petro se sale
con la suya, Colombia podría ser ingobernable. Los disturbios de 2021 solo
habrían sido el abrebocas de lo que serán las confrontaciones promovidas por
los nacientes colectivos petristas.
Tomado de: https://www.larepublica.co/analisis/miguel-uribe-turbay-3432420/los-colectivos-petristas-3511918
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